Criar gemelos en Nepal y ¡sobrevivir a un terremoto!. La historia de Goizeder

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Goizeder y su familia han vivido en varios países debido al trabajo de su marido. Yo siempre he sabido de su vida a través de su tía, amiga mía, que me contaba sus aventuras, con más detalle aún cuando le conté que yo esperaba gemelos, ¡y su sobrina también! Vivimos embarazos paralelos y crianzas paralelas. Con la «pequeña» diferencia de que yo lo he hecho desde Donosti, cerca de la familia, y de asistencia médica de primer nivel, y ella desde Nepal. ¡No podía dejar de contar su interesantísima historia, digna de una novela!

Cuando le anunciaron que estaba embarazada de gemelos, Goizeder y su marido vivían en Turquía. Al poco tiempo, se trasladaron a Kathmandú (Nepal). Según me cuenta, su embarazo fue buenísimo y no requirió de asistencia especial, y todo fue bien. Pero finalmente tomó la decisión de dar a luz en su tierra natal, Navarra, pues en Kathmandú no existía unidad de neonatos.

A los dos meses de vida de los gemelos, volvieron a Nepal. Las condiciones de vida de un expatriado, generalmente son buenas, por lo que tenían una casa amplia y una persona que le ayudaba a Goizeder con los niños y con la casa mientras su marido trabajaba, o estaba fuera por viajes de trabajo.

La vida con los gemelos en Katmandú, recuerda Goizeder, no era tan difícil para ellos como pudiera parecer a priori. Además, incluso tenía bastante vida social junto con otras mujeres de expatriados, muchas, también madres, y se solían reunir muy a menudo con los niños.

En katmandú, donde no hay aceras, aquello de salir a dar largos paseos con el carrito gemelar no era factible, por lo que la vida se hacía en las casas, en los jardines de los hoteles, en restaurantes o en algún parque. Goizeder me comenta que esto no suponía ningún inconveniente, y que rápidamente se acostumbró al hecho de no poder pasear cómodamente o no poder desplazarse a pie. Alguna vez que salieron de paseo, se convirtieron en la atracción de los lugareños, no es muy común para ellos ver bebés tan blanquitos, y menos, gemelitos. La gente era súper amable con ellos.

El día a día era llevarero, pese a la carencia de algunos suministros que aquí consideramos básicos, y que en decenas de países en el mundo no lo son tanto; como por ejemplo, la electricidad o el agua corriente. Pensar en un suministro de luz las 24h del día y de la noche, era todo un sueño por aquellos lares. ¿Qué pasa con la comida que se guarda en el frigo o en el congelador? Esto suponía hacer una compra de frescos diaria y no poder congelar nada (algo que aquí nos resulta tan básico como congelar los purés, la carne o el pescado, y que nos facilita bastante la vida). El agua que usaban debía de ser agua embotellada, ya que el agua del grifo no podía utilizarse para uso doméstico, por lo que se veían en la obligación de bañar a los gemelos ¡con agua embotellada!.

Le pregunto a Goizeder por las farmacias, las medicinas, y la asistencia sanitaria allí. Obviamente había asistencia médica, pero también se recurría mucho a medicinas alternativas, que según su experiencia, eran bastante eficaces. No tenían acceso a casi ningún medicamento de los que solemos usar por aquí, como el súper «Dalsy» o el maravilloso «Apiretal», que tantas manos nos echan a las occidentales para bajar las fiebres altas de los gemelos cuando son bebés.

Tampoco podían comprar los pañales que tenemos, tan absorbentes y cómodos, o la «pasta al agua» para el culito. Todos estos «caprichitos» se los llevaba la familia cuando iba de viaje. Los pañales indios, reconoce Goizeder, eran horribles e irritaban muchísimo la piel de los gemelos.

A pesar de estos «pequeños» inconvenientes de la vida rutinaria, ellos vivieron felices allí, y aprendieron toda una lección de vida. Los lugareños eran personas que tenían pocas comodidades para vivir, pero que necesitaban muy poco para ser felices. Por lo que de vez en cuando, no nos vendría mal valorar más lo importante. Ellos aprendieron a hacerlo mientras vivieron allí.

Pero el gran susto de estancia en Nepal, y de su vida, lo vivieron 15 días antes de trasladarse definitivamente de Katmandú a Luxemburgo, su siguiente destino, pues tuvo lugar el horrible terremoto de 7,8 grados que destruyó Nepal en 2015, y que se llevó por delante la vida de 9.000 personas.

Goizeder estaba sola en su casa con sus gemelos. Su marido, de viaje de negocios en Turquía. Con el protocolo de terremotos bien aprendido, puso en marcha todos y cada uno de los pasos que les habían enseñado en el «trainning de seguridad» de Naciones Unidas. Mientras veía caer las casas del monte cercano, tuvo la suficiente sangre fría como para, con gemelos de 9 meses, montar una tienda de campaña en el jardín y sacar todos los utensilios y víveres necesarios para sobrevivir. Ella recuerda que estaba en «modo robot».

Una vez consiguió dormir a los gemelos, cantándoles una nana en medio del ruido y del caos que reinaba por las calles aledañas a su casa, pudo relajarse un poco, y rompió a llorar, durante mucho tiempo. Cuando vio aparecer a la mujer que le ayudaba en casa, dejando a su propia familia, para pasar la noche con ella, a Goizeder se le inundó el corazón de alegría y de agradecimiento.

A las 5 horas del terremoto visitó su casa el responsable de seguridad de la empresa de su marido, su única vía de comunicación con su marido (que estaba de viaje en Turquía), su familia, y el mundo. Se lanzó sobre aquel hombre para darle un fuerte abrazo, en contra de las costumbres y protocolos locales. Esa noche, casi no lograron conciliar el sueño, sabiendo que podría producirse otro terremoto en cualquier momento.

Al día siguiente, en un avión de ayuda humanitaria, su marido pudo, por fin, viajar a Katmandú. Se le abrió el cielo cuando le vio aparecer. La situación era horrible, pero al menos, no estaba sola.

Pasaron 10 días y 10 noches viviendo en la tienda de campaña del jardín. Al menos no tuvieron problema de abastecimiento de comida. Según me cuenta Goizeder, los lugareños vivieron el terremoto desde una normalidad sorprendente, como si aceptaran su destino y se conformasen con la situación, tal y como era. No había grandes colas para comprar comida, ni nada por el estilo. Dentro de la gravedad de la situación, el alivio de sentirse vivos, ya era suficiente motivo para estar contentos y agradecidos con la vida.

Ya han pasado un par de años desde que Goizeder y su familia dejaron Nepal. A pesar de haber estado tan cerca de una tragedia como aquel horrible terremoto, o quizás, precisamente por haber sobrevivido a ella, se sienten felices y agradecidos por todas las experiencias vividas en aquel país con sus gemelos.

Twinsecrets: La verdad que de vez en cuando, en ciertos días de agobio con nuestros gemelos, en nuestras cómodas vidas, deberíamos pensar en cómo podría ser nuestra vida con los gemelos en cualquier otro país del mundo sin acceso a sanidad, o a bienes de primera necesidad, y dar gracias por todo lo que tenemos. Suena a topicazo, pero mientras estemos vivos y tengamos salud, todo lo demás debería ser totalmente secundario. Y se nos olvida con demasiada frecuencia.

¿Y tú? ¿Qué te ha parecido esta historia? ¿Cómo crees que reaccionarías si te tocara vivir una experiencia similar?

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4 comentarios en: Criar gemelos en Nepal y ¡sobrevivir a un terremoto!. La historia de Goizeder

  1. Buff, vaya historia personal!. La verdad es que no podemos quejarnos de nada, y sin embargo lo hacemos. Es un lujo el tener agua vorrirnte, electricidad, sanidad, etc…y hay que valorarlo. Una experiencia así te hace valorar la vida de otra manera. Zorionak Goizeder por haber sabido reaccionar de manera óptima y tener la oportunidad de seguir los 4 juntos recorriendo el mundo.

  2. Madre mía. Estas historias como tú bien dices nos hacen ver la vida de otra forma. Supongo que en esa situación tus hijos te impulsan a recordar el protocolo aprendido y que todo acabe con un final feliz pero también nos recuerdan la necesidad de escuchar y prepararte cuando viajas. Gracias por la historia mamá twin.

  3. Que historia más conmovedora, tengo gente cercana que ha pasado por situaciones extremas, bien sea por un ataque terrorista o bien por un desastre natural. Que razón que no podemos quejarnos de nada, sin embargo se nos olvida! Gracias por este post!

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